No cabe ninguna duda de que leer es algo relajante y placentero. Sin embargo, lo cierto es que la lectura muchas veces no encuentra su sitio en este mundo frenético de acelerado ritmo de vida que llevamos. Corremos de un lado a otro sin tiempo para sentarnos a leer tranquilamente, una pena.
Leer es un gran placer, cierto, por eso debemos echar un pulso a nuestro estrés cotidiano y conseguir que los libros, aunque sean electrónicos, tengan su merecida cuota de nuestro tiempo.
Ver películas, en cine o televisión, es muy cómodo, pero nunca se alcanza con ellas esa profundidad e intensidad, esa concentración y abstracción, que te facilita un libro.
Mi problema, cuando un libro me engancha de verdad, es que me da mucha pena que se termine, y trato de refrenar el último tramo de lectura para que dure. Algo similar me pasa a veces con un buen plato, si me apasiona la comida trato de retardar su degustación lo más posible. La diferencia es que no suelo repetir la lectura de un libro y sí hasta la saciedad la ingesta de un buen plato. Estamos hablando de Patria, por ejemplo, y de un arroz caldoso con bogavante, por poner el listón alto.