En Asturias se conoce como raitán al petirrojo.
En la naturaleza tenemos miles de ejemplos de cosas preciosas, millones de ellos diría yo, pero algunas, de tanto verlas, ya no las valoramos e incluso nos volvemos un auténtico peligro para ellas.
Entre esa infinidad de tesoros maravillosos de lso que disponemos hoy quiero hacer un pequeño homenaje a ese pajarillo que me ha cautivado desde el primer día que lo vi, el raitán o petirrojo.
No voy a hacer aquí un tratado de ornitología ni mucho menos, ni voy a repetir su nombre científico que ni recuerdo ni me dice nada, solo le voy a dedicar unas líneas de cariño por los buenos momentos que me proporciona su mera presencia.
El raitán es un pájaro pequeño, regordito, vistoso por el color rojizo anaranjado de su cara y pechera que le da nombre.
Tiene pico fino, ojos negros y patas delicadas y delgadas. Sobrevuela los jardines y anda a saltitos por el suelo buscando comida.
Parece un pájaro confiado y sociable, casi familiar, se acerca sin problemas, no se asusta fácilmente, te observa de cerca, y se cuela en tu casa si puede.
Llegado este punto debo confesar que lo he sorprendido alguna vez apoyado sobre mi pantalla de ordenador, y unas cuantas he tenido que limpiar el monitor y alrededores.
No es una mascota pero realmente casi lo parece.
Se le reconoce también por su canto agradable y característico que no podría describir. Pero es como si te llamara por las mañanas para saludar y pedir algo de comer.
Le encanta que le tires migas de pan, y ya ni te cuento si le traes alpiste o alguna mixtura para mascotas de supermercado, se vuelve el más fiel visitante del bosque.
En Inglaterra es el ave más popular y querida y le llaman robin, y en el país vasco tiene un nombre más onomatopéyico, por decirlo de alguna forma, txantxangorri.
Esta variedad abunda por el norte.
Simpático, sencillo, y cautivador, así es el raitán, una auténtica joyita de nuestra naturaleza que tenemos que mimar, y mucho.