«Los nómadas digitales trabajan en cualquier rincón del mundo gracias a la tecnología«.
Hace unos días me sentí plenamente identificado con los nómadas digitales al escuchar esa noticia en un telediario.
Solo hace falta un ordenador (portátil, tablet o incluso smartphone) y una conexión a Internet (wifi, acceso cableado o incluso compartiendo los datos con el móvil) y puedes trabajar desde cualquier lugar sin atarte a una ubicación física.
Mucho está cambiando la forma de trabajar.
Hacerlo a distancia tiene unas ventajas que no pueden equipararse a las de ningún otro puesto. Esta forma de trabajo permite viajar y aporta una libertad inigualable.
En el coche, con la blackberry (algún día hablaré de ella) y el bluetooth, en viaje de trabajo, me he sentido muchas veces como en una auténtica oficina, con la ventaja de unos amplios ventanales exteriores con unas vistas continuamente cambiantes.
A veces, los autónomos no tienen más remedio que trabajar también en verano.
No hay pagas extras, ni vacaciones, pero la Playa puede ser también otra oficina, si madrugas.
Y algunos inmigrantes digitales, por diferentes circunstancias, terminan convirtiéndose en nómadas digitales que conviven con los trogloditas digitales, los milenials y algunos outsiders, menudo lío.
ACTUALIDAD
No confundir con el teletrabajo, que está poniendo de moda una modalidad empresarial que consiste en mandar la gente a casa a trabajar que han venido a denominar Easy Working. Tienen algo en común pero son circunstancias distintas.