bram, bramm…

Skoda Citigo

Existen diferentes formas de repasar la vida de uno mismo, y una que llevo cierto tiempo con ganas de abordar es ésta, a través de los diferentes vehículos que han ido pasando por tus manos a lo largo de los años, de tu experiencia al volante, en el mundo del motor, más o menos.

Todo empezó al cumplir los 18 años, en Valladolid, cuando en septiembre me apunté en una Autoescuela donde me enseñaron a aprobar el examen a la primera aunque realmente sin saber conducir. «Muy bien, artista» me adulaba una y otra vez el profesor.

Cinco años estudiando fuera de casa, con carnet pero sin coche, hicieron que lo poco que sabía se desvaneciera, y que cuando por fin tuve mi primer utilitario tuviera que volver a la Autoescuela, ahora sí, a aprender a conducir.

RENAULT. Mi primer motor fue el de un Renault 5 blanco de segunda mano que me compró mi padre para venirme a trabajar a Asturias. Tenía solo 4 velocidades y, con tanta curva, me costaba adelantar hasta a los camiones.

Vivía en Oviedo, trabajaba en Granda, y el R5 me dio la autonomía necesaria para ir y volver del trabajo, con él recorrí mis primeros kilómetros. Un par de pinchazos, muchas excursiones y nada más relevante que recordar de esta primer a etapa, que pasó por Madrid (barrio de Salamanca) y concluyó con su venta, tres años más tarde, cuando me fui a Nueva York.

Allí, en Estados Unidos no tuve coche, algunas veces alquilábamos automáticos, que me trajeron por el camino de la amargura la primera vez, en Seattle, cuando pisaba el freno a fondo con la pierna izquierda y temía al ver los semáforos ponerse en rojo por los frenazos tan brutales que metía.

Este trauma lo superé en cuanto me explicaron que la pierna izquierda no se debe utilizar con los coches automáticos y de hecho en Miami me enamoré por primera vez de un motor, era un Chrysler leBaron Cabrio rojo.

El rugido de su motor, su equipo de música, su aire acondicionado, y no tener que embragar y cambiar de marchas en los recorridos por Miami Beach me pareció una experiencia inolvidable.

VW Polo

Tuve también la oportunidad de conducir una furgoneta Volkswagen de cambio manual de un amigo que solo sabía conducir automáticos. Antes me saqué el carnet de conducir americano haciendo solo el examen teórico, en hispano, pan comido. Obsesión total por no conducir después de haber bebido.

CITROËN. Al volver a España me compré un Citroën AX Sport con la ayuda de Cajamadrid. Una serie limitada del AX Gt, pequeñito, ligero, pero muy alegre de motor.

Nissan Almera

NISSAN. A los seis años los anunciantes consiguieron que me planteara subir un escalón y el candidato natural era el Citroen ZX, pero finalmente le ganó la partida un Nissan Almera verde de gasolina muy bien equipado.

A los cinco años cambiamos la gasolina por el diesel, al tener que salir a diario a trabajar a Las Matas aproveché para renovar bajando consumos. Fue otro Nissan Almera, esta vez diesel, de color gris perla.

Los coches los iba dejando en muy buen estado y con no demasiados kilómetros, por lo que estos dos últimos recalaron en cocheras familiares, de mi hermana y mi madre respectivamente.

bmw 330i touring

BMW.

En un viaje de esquí me volví a enamorar de un motor de gasolina, la verdad es que el sonido de los diesel no encandila a nadie. Esta vez fue un BMW 330 muy bien equipado y todo poderío, 231 caballos tenía. Este fue mi siguiente gran amor que convivió conmigo catorce años, en Madrid principalmente, e hicimos juntos casi trescientos mil kilómetros.

BMW 330i

Un BMW 330 i touring totalmente equipado con todos los extras posibles, incluso televisión hasta que pasó a ser digital. Nos recorrimos España de punta a punta, desde Madrid a Galicia, Barcelona, Cadiz, Almería…

Tuvimos que sufrir varios intentos de robo en nuestro propio garaje, uno de ellos consumado, en la víspera de un puente de la Almudena, lo que nos obligó a alquilar coche (Opel astra) para no suspender el viaje. Apareció en Coslada y estuvo 3 meses en BMW recuperándose de los excesos de los ladrones. Afortunadamente no lo sacaron de España.

PEUGEOT. Curiosamente la marca de mis coches de empresa. 

peugeot 5008
Peugeot 5008

El primero, un Peugeot 607 diesel con 6 velocidades, y tanto cambiar de combustible (de gasolina a diesel, de diesel a gasolina, al final tenía que ocurrir, tres veces hasta ahora, la última en Galicia, la menos grave porque nos dimos cuenta con 20 litros solo que esta vez el coche era diesel y le poníamos gasolina.

El segundo, un Peugeot 5008, un SUV diesel de 6 velocidades y todo un avión, con un sistema de navegación que avisa de los radares y evita disgustos, y un maletero digno a prueba de todo, incluso de material de golf. Hasta que se rompió su motor y llegaron los Toyota.

toyota
Skoda Citigo

SKODA. Al venir a vivir a Asturias y tener que hacer bastantes kilómetros a diario los consumos del bmw eran excesivos, y lo complementé con un pequeñito de bajos consumos que luego recaló en mi hija en cuanto se sacó el carnet de conducir. Era un Skoda Citigo blanco candy de gasolina y 3 puertas. Tuvo publicidad, primero de Tax Asturias y luego de Aguas de Borines.

VOLKSWAGEN. Un VW Polo diesel gris urano sustituyó al Skodita, con unos consumos incluso inferiores. Este polito se fue a Madrid con mi hija a los 3 añitos y volvió para acá el skodita.

Posteriormente un BMW 330 cabrio automático reemplazó al Touring, que ya había cumplido conmigo plenamente sus funciones.

BMW Cabrio

Este cabrio descapotable, BMW individual, viene a recordar mi gran amor de Miami, el Chrysler Lebaron rojo, que algunas veces suplanté alquilando pequeños coches descapotables (Minis, Fiat Uno) en algunas escapadas por destinos soleados, como Canarias y sur de España.

TOYOTA. Cuando ya parecía que lo habíamos probado todo llegaron los híbridos, ecológicos, automáticos, de Toyota, en mi caso, primero un C-HR, pues el plazo de espera del RAV4 era de 8 meses.

toyota

Debo reconocer que ni el color, ni su línea eran lo más adecuado para mi perfil, pero el coche iba de maravilla, bajo consumo, fácil de manejar. Los únicos peros, los pitidos que emitía a la hora de aparcar, el resultado era siempre el mismo, aparcaba fatal.

Finalmente no tuve que esperar esos ocho meses por el RAV4y me asignaron uno al cabo de dos meses, no era azul como había pedido pero el blanco perlado también me gustaba casi tanto como el azul.

RAV4

La comodidad de los coches automáticos no se aprecia bien hasta que se prescinde del embrague, la palanca de cambios, las marchas y el pie izquierdo.

RV4

Hace años, en EEUU, gracias a un amigo que conducía solo automático y su padre tenía una furgoneta VW de cambio manual, pude aprovechar mi ventaja como chofer para las excursiones, lo que me sirvió para moverme un poco por la Costa Este, playas y zonas costeras principalmente.

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